Inspiración y fundamentación

La Casa de la Maestra es un proyecto creado por docentes, para reflexionar sobre cómo aprendemos. Metacognición en estado puro; en un entorno privilegiado que permite realizar diferentes actividades, vamos a profundizar en los pilares básicos de los modelos educativos:

Comunicación, Autonomía y Relación

Un lugar donde cada asistente pueda contribuir a reelaborar su práctica educativa, en un clima de relaciones cordiales pero profundas, de estimada reciprocidad, que no borre las discrepancias, entendidas como riqueza,  y que estimule la incansable labor reflexiva que debe desarrollar cualquier Maestro.

Existe una corriente en la actualidad que nos empuja a prepararnos y preparar a nuestros alumnos para vivir el futuro y, mientras tanto, ellos y nosotros, nos perdernos el presente.

Queremos recuperar en la escuela la aspiración a un único propósito, contribuir al mundo. Con este propósito en mente, hemos diseñado formaciones experienciales para aprender a enseñar en el conocimiento profundo y en el bienestar emocional, y espiritual.

Un espacio creado para pensar en la educación relacional. Donde emerjan las potencialidades y capacidades del maestro y donde el maestro descubra cómo aprende el alumno, reflexionando sobre sus propios procesos para aprender.

La educación es la empresa más importante que tiene un país”.

Giner de los Ríos

En este espíritu, queremos abrir un espacio para la reflexión educativa, y a ella están invitados todos aquellos que estén  vinculados, de una u otra manera, con la tarea de educar, ya sean docentes, padres, madres o amigos, y recuperar la necesaria curiosidad por la formación humanista y filosófica de los maestros.

Nuestra intención es acercarnos a una experiencia diferente, donde el aprendizaje personal encuentre el  contexto adecuado para aprender a enseñar y enseñar a aprender.

“Tal vez la menor cantidad de nuestro saber… nos viene a todos de las aulas, fuera de las cuales… hemos ido atesorando…, día tras día, sin saberlo…, en libros, periódicos, conversaciones…, en la calle, en el campo… el enorme caudal en que… engalanamos la vida. Y este ambiente antiprofesional, irreflexivo, libre y difuso, donde aprendemos, al parecer… “de gorra”, debe ser justamente el campo que constituya… el contenido esencial de la acción misionera”, señalaba el fundador de las Misiones Pedagógicas en la Memoria del Patronato de las Misiones. 

Estas palabras podrían ser la versión del primer tercio del siglo XX de lo que décadas después la UNESCO definirá como educación no formal.

Pero más allá de esta formación en el terreno, que es lo que nos gustaría poder hacer en escuelas como la de Lolita Pérez (Escuela de Vilavedelle, 1924) y otras después, cabe destacar más aún el apoyo moral que necesitamos los docentes. «El maestro, tiene que vivir en un ambiente con  estímulos. No puede hacerlo en un ambiente a menudo hostil. Lleno de resistencias absurdas» y sin tiempo, siempre sin tiempo… Por eso hoy muy buenos maestros sucumben. Los mejores sucumben. Acababan siendo víctimas del ambiente o instrumentos del sistema.

Podría parecer ambicioso, pero no lo es cuando el fin es tan lícito: los hombres y mujeres de la Institución Libre de Enseñanza (ILE)  trabajaron por lograr una transformación social del estatus del maestro, colocar el eslabón social que éste se merecía. Ellos quedan como herederos de esta experiencia de educación popular y guardeses de la cultura que se había difundido. Retomemos el legado y vamos a darle la interpretación que ahora  necesita.