Historia de nuestra aldea
Vilavedelle no es una aldea más. En zonas próximas ( Villadún, Arnao, Figueras…) se encuentran restos con dataciones de la cultura achelense, y de la época protohistórica, existen en la zona un gran número de castros catalogados.
En aquellos tiempos remotos la comarca estaba habitada por los egobarros, pueblo incluido durante la dominación romana en la zona lucense que llegaba entonces hasta el río Navia. Ya en la Edad Media aparece el municipio de Castropol, como un asentamientos reconocido y dependiente del Monasterio de Taule (actualmente Tol, muy próximo a nuestra aldea) y posteriormente también influenciado por el enorme poder del Monasterio de San Juan de Corias. Esta zona estuvo durante largo tiempo en continuas disputas con la zona de Lugo.
En el siglo XII, el rey Alfonso VII pone fin a las disputas cediendo, en el 1.154, al prelado de Oviedo, las tierras que se extienden entre el Eo y el Navia. Desde entonces, y a pesar de históricas rivalidades entre las dos orillas, Castropol y la zona de Vilavedelle por tanto, quedan ligadas a Asturias.
En torno a 1275, Alfonso X “El Sabio”, funda la Puebla de Rovoredo (actual Reboledo), que parece ser la primera surgida en Asturias, posiblemente a instancias de Ribadeo, y anterior a la decisión de crear una nueva puebla en Castropol, lugar con marcado carácter defensivo y comercial. En el siglo XIV, Castropol se implantará como cabeza económica y administrativa entre las zonas del Navia y el Eo. Pero las disputas con la comunidad de Ribadeo perdurarán hasta el siglo XVIII. Fue entonces cuando los ingleses tomaron Ribadeo, Castropol y otros pueblos de la ría, ocupación breve en el tiempo tras el pago de un rescate por su independencia.
A su vez, Vilavedelle fue durante mucho tiempo, un punto de encuentro, cruce de caminos donde se arreglaban las ruedas de los carros. Era muy apreciada la piedra caliza que salió de sus canteras durante más de un siglo. Parte de ella se transportaba en “a lancha da pedra” que navegaba el estuario hasta los barcos que esperaban en la Ría. La misma piedra, la de tierra, siguió un camino diferente. En “Os Caleiros” de Vilavedelle se calentaba durante 36 horas hasta convertirla en el polvo que cubrió, como abono, gran parte de las tierras cultivables del occidente asturiano. Esta cal, no solo fue utilizada como material de construcción, fue también desinfectante de lugares contaminados y muy eficaz en su uso medicinal contra los bacilos del tifus y el cólera.
A finales del siglo XIX, la idea de enlazar los acuartelamientos de artillería del Ferrol con las fábricas de armas y explosivos de Asturias, tomó forma de ferrocarril. Se construyeron 110 túneles y 27 viaductos a lo largo de 320 kilómetros. 47 estaciones custodiaban su recorrido: Vilavedelle era una de ellas. Aún hoy el tren de la FEVE tiene aquí su parada.
En el siglo XIX, con la invasión francesa se trasladó la Junta Superior de Asturias a Castropol, principal concejo de la zona libre. Fue un siglo convulso administrativamente para la Villa de Castropol llegándose a trasladar a esta villa la capital judicial.
Pero es a inicios del XX, cuando coinciden en la Ría del EO, singulares movimientos que nos inspiran el proyecto que aquí presentamos. En el verano de 1921, un grupo de amigos amantes de la tierra se reúne para fundar la Biblioteca Popular Circulante de Castropol y acercar la cultura al pueblo como servicio para el desarrollo social y consecución de libertades democráticas (así lo cuenta su fundador Vicente Loriente) ideas que quedan plasmadas en el manifiesto Por nuestra cultura, publicado en el periódico Castropol en octubre de 1921.
El 3 de noviembre de 1921 se presentan los estatutos como entidad privada de servicio público. Abriendo sus puertas el 2 de marzo de 1922. En 1924, en ese contexto de preocupación intelectual, abre sus puertas una nueva escuela en Vilavedelle, la escuela nacional Lolita Pérez (realizada con financiación del padre de Lolita, un indiano de esta localidad). Para la financiación de la Biblioteca de Castropol, los vecinos, visitaron puerta a puerta buscando la contribución necesaria.
El espíritu inspirador de la Biblioteca venía de la Institución Libre de enseñanza fundada en 1876 por Giner de los Rios, Azcárate y Salmerón. Ellos, junto con grandes figuras de la modernidad, nacional e internacional impulsaron lo que en 1931 fue el patronato de las Misiones Pedagógicas, cuyo grupo inicial fueron, Cossío, Alvarez Santullano, Martinez Torner y Alejandro Casona; asturianos muchos de ellos.
Este movimiento intelectual determinó un cambio profundo en la enseñanza española. En Castropol, todas estas ideas liberales reformistas caían en el grupo liderado por Vicente Loriente, Indiano y filántropo, creador del partido político “Os Novos” que pronto se fundió con el partido reformista de Melquiades Alvarez que era discípulo de Salmerón ( fusilado en el 36) . Todo ello fue dando forma a un movimiento cultural y educativo en torno a las Bibliotecas Circulantes de Asturias, Una de las cuales, no la primera ni la única, pero sí una especial, la más conocida y reconocida, es la Biblioteca Popular Circulante de Castropol, aquella que tiene su centro en Santiniebla, como Cernuda apodó a Castropol, “ pájaro enfermo sobre la oscura colina que avanza hacia el mar…”
La Guerra Civil lleva a Castropol a la zona nacional y ahí se trasladaron algunos organismos de la capital provincial. Tras la guerra, empieza un paulatino declive y un descenso de actividad y de población, que ha continuado de forma desigual hasta nuestros días.